El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas en Ginebra, intervino en la 70ª sesión ejecutiva de la UNCTAD, dando la voz de alarma sobre el impacto de la pandemia en los países menos desarrollados e invitando a la comunidad internacional a no dejar a nadie atrás
“La pandemia de Covid-19 ha tenido un fuerte impacto en los países menos desarrollados (PMD) que, colectivamente, representan las economías más vulnerables del mundo”. Con estas palabras abrió su discurso ayer, 3 de febrero, el arzobispo Jurkovič en la UNCTAD, es decir la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, durante la 70ª sesión ejecutiva del organismo que finaliza hoy. El prelado dijo entre otras cosas:
“Más de mil millones de personas viven en las 47 naciones actualmente designadas como ‘países menos desarrollados (PMD), que representan menos del 1,3% del PIB mundial”
Y señaló las dificultades económicas e institucionales de estos Estados “para reaccionar ante crisis como la actual pandemia”. Además, y según algunas estimaciones, afirmó que se calcula que estas naciones, en 2020, habrán alcanzado “el peor nivel de desarrollo económico de los últimos 30 años, con disminución de ingresos, desempleo generalizado y aumento del déficit fiscal”.
El arzobispo Jurkovič señaló además que en los países menos desarrollados:
“El número de personas que viven en la pobreza extrema podría aumentar hasta en 32 millones, aumentando la tasa de pobreza en cinco puntos (del 32,5 al 35,7%) y limitando así las posibilidades de estos países de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”
Que el desarrollo no sea sólo económico, sino también humano
De ahí que el prelado haya recordado que el desarrollo debe entenderse no sólo como “económico”, sino también como desarrollo “humano integral”, porque a menudo la riqueza aumenta junto con la desigualdad, “con el resultado de que surgen nuevas formas de pobreza”.
En este sentido, el Observador Permanente instó a centrarse en “varias áreas esenciales” para los PMD, a saber, “las infraestructuras, la energía, la ciencia, la tecnología y la innovación, así como el desarrollo del sector privado”. Además, en el contexto de la actual pandemia, dijo:
“Es necesario formular políticas más eficaces para poner en marcha un proceso de transformación estructural que conduzca a la ampliación, profundización y plena utilización de las capacidades productivas de los PMD”
Respeto por la cultura y el carácter específico de cada país
“Por ello – explicó el representante del Vaticano – las economías más avanzadas pueden contribuir al crecimiento global sostenible aplicando una política fiscal proactiva y una política monetaria justa y solidaria, regulando así la financiación global de las empresas. De este modo, los PMD se verán alentados y serán capaces de construir la demanda interna, ya que una regulación justa de la financiación protegerá su espacio político y fiscal frente a choques inesperados”.
Además, el Observador Permanente de la Santa Sede destacó que el actual sistema comercial y financiero, basado en “un único modelo estructural”, no es aplicable a todos. De hecho:
“Hay que ayudar a los PMD a crecer y desarrollar sus propias capacidades respetando su propia cultura y sus propias realidades específicas”
No dejar a nadie atrás en nombre del bien común
El representante del Vaticano espera también que, “al configurar la recuperación económica en el contexto de la pandemia”, se garanticen siempre “las medidas de apoyo al comercio internacional destinadas a facilitar la integración de los PMD en la economía mundial”. Monseñor Jurkovič concluyó:
“No dejar a nadie atrás significa poner en marcha acciones eficaces que puedan ayudar a los PMD en su realización, actuando en solidaridad y fraternidad para la construcción del bien común”
Por: VaticanNews