La Comisión de Justicia y Paz de la Iglesia ecuatoriana lamenta la corrupción y falta de honestidad presentes en el sistema judicial que es causa de sufrimiento y violencia en los sectores más pobres y vulnerables.
“La Constitución es clara, especifica condiciones y formas de la administración de justicia y del sistema procesal que se deben aplicar en su ejercicio, sin embargo, se puede comprobar que la administración de justicia con frecuencia no es justa”. Así lo denuncia la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz en su publicación “Con los ojos fijos en Él en la realidad y la fe carta”.
“La justicia ha de ser justa” se titula el artículo donde se explica que hay estudiosos que consideran que la justicia es un concepto ético y, aunque cada persona puede tener connotaciones distintas, una definición general podría resumirse en que “justicia es actuar con objetividad, verdad e igualdad otorgando lo que cada uno merece y que sus valores son la equidad, la libertad y la igualdad”.
La justicia debe ser gratuita
La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz recuerda que en la Carta Magna queda claro que la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por los órganos de la función judicial y por los demás órganos establecidos en la Constitución. Sin embargo, plantea que en el pasado inmediato no ha habido independencia de funciones en el poder judicial, “bien sea por la designación amañada de jueces o por una clara influencia extrajudicial en las sentencias”. Incluso subraya que muchas veces “no existió o no se aplicó el debido proceso”.
“Uno de los aspectos más importantes en la administración de justicia debe ser la gratuidad, pero en la práctica es una quimera, una fantasía, ya que más allá de los costos procesales, los costos reales, generalmente producto de la corrupción son inmensos; y no son solo financieros sino también sicológicos, de tiempo, energía y desperdicio de recursos”, denuncia el organismo de la Iglesia ecuatoriana.
No a los veredictos desproporcionados
Más adelante, la Comisión enfatiza que las personas más vulnerables, muchas veces, por causas menores, reciben veredictos desproporcionados e injustos. “Más aún por ser pobres – agrega – suele ser un largo y triste calvario, mientras que para quienes poseen contactos y recursos económicos, son sentenciados a penas ínfimas y para colmo, generalmente obtienen dictámenes favorables a sus intereses”. Una serie de injusticias que llevan a “renovadas y profundas violencias”.
Si bien la Iglesia reconoce que hay jueces justos, no deja de señalar la “imperiosa necesidad y urgencia” de fortalecer el sistema de judicial, que se combata la corrupción y que prevalezcan la ética, honestidad, transparencia, responsabilidad y sentido de servicio a la ciudadanía.
Una justicia que sea realmente justa
“¡Cuántas lágrimas, dolor y sufrimiento para muchos infelices que cayeron en causas demandantes de justicia!” lamenta el articulo al recordar las palabras del Papa Francisco dirigidas a los jueces en 2020: “Recuerden siempre que cuando una justicia es realmente justa, esa justicia hace feliz a los pueblos y dignos a sus habitantes. Ninguna sentencia puede ser justa, ni ninguna ley legítima si lo que producen es más desigualdad, si lo que producen es más pérdida de derechos, indignidad o violencia”.
Por: Vatican News