El cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon, lanza un llamamiento a los militares del país para que pongan fin a la violencia, y pide al movimiento democrático y a los grupos étnicos armados que se esfuercen por alcanzar la paz. Su último llamamiento se produce tras un brutal ataque de las fuerzas militares el día de Navidad.
El cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon, ha condenado enérgicamente la masacre perpetrada en el poblado de Mo So, en Hpruso, estado de Kayah (Myanmar), de al menos 35 personas -en su mayoría mujeres y niños- que aparecieron calcinadas dentro de tres vehículos el día de Navidad. Las fotos de la masacre circularon por la red. Los medios de comunicación locales informaron de que las tropas del gobierno birmano, por orden de la junta militar que gobierna el país, acorralaron y mataron a tiros a los civiles, y luego los cargaron en camiones y coches a los que luego prendieron fuego. Se denunció la desaparición de dos trabajadores de Save the Children. Según los testigos, las víctimas habían huido de los combates entre los grupos de resistencia armados y el ejército de Myanmar cerca de la población de Koi Ngan, y fueron detenidas por las tropas gubernamentales cuando se dirigían a los campos de refugiados del oeste de Hpruso.
Oración del Cardenal Bo por las víctimas
En una declaración publicada el 26 de diciembre, el cardenal calificó el atentado de “acto incalificable y despreciable de barbarie inhumana” y aseguró sus oraciones por las víctimas y sus seres queridos. “La totalidad de nuestro querido Myanmar es ahora una zona de guerra”, dijo el cardenal Bo, refiriéndose a los ataques aéreos en el estado de Kayin que obligaron a miles de personas a huir a través de la frontera con Tailandia y a los bombardeos en Thantlang, en el estado de Chin. – ¿Cuándo terminarán las décadas de guerra civil en Myanmar? ¿Cuándo podremos disfrutar de la verdadera paz, con justicia y verdadera libertad? ¿Cuándo dejaremos de matarnos unos a otros? Hermanos que matan a hermanos, hermanas que matan a hermanas: esto nunca, nunca puede ser una solución a nuestros problemas. Las pistolas y las armas no son la respuesta.
El llamamiento a deponer las armas
Pidió al ejército de Myanmar, el Tatmadaw, que dejara de bombardear, le exigió que dejara de destruir casas, iglesias, escuelas y clínicas, e hizo un llamamiento al diálogo con el movimiento democrático y los grupos étnicos armados. “También pido a los grupos armados y a las Fuerzas de Defensa del Pueblo (FDP) que reconozcan que las armas de fuego no resuelven la crisis, sino que la perpetúan, causando más muertes y más hambre, con consecuencias devastadoras para la educación de nuestros hijos, nuestra economía y nuestra salud”, añadió. El cardenal Bo califica la guerra de inaceptable, dice que “la solución y la búsqueda de la paz están dentro y entre nosotros” y pide a la comunidad internacional oraciones, solidaridad, asistencia humanitaria y esfuerzos diplomáticos para ayudar a Myanmar a poner fin a los trágicos conflictos y buscar la justicia y la paz. “Rezo desde el fondo de mi corazón por el fin de las tragedias que hemos visto en los últimos días, semanas y durante demasiados años y décadas”, insiste el arzobispo de Yangon, que recuerda el mensaje del día de Navidad del Papa Francisco y la oración por Oriente Medio, Myanmar, los numerosos prisioneros de guerra y civiles encarcelados por razones políticas, así como por los migrantes, los desplazados y los refugiados.
Las reacciones internacionales y el juicio de Aung San Suu Kyi
Mientras tanto, la ONU ha pedido a las autoridades birmanas una “investigación exhaustiva y transparente sobre los horrores”, como calificó el Secretario General Adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, la noticia del incidente, que considera creíble. Se trata de un episodio más de la estrategia de terror y amenaza a la disidencia organizada por la resistencia armada, que se ha puesto en marcha en el país en manos de los militares desde el 1 de febrero, una escalada de abusos y violaciones de los derechos humanos que parece no tener fin, mientras que el veredicto que se esperaba para hoy en el juicio a la ex líder birmana y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi se ha aplazado hasta el 10 de enero. Acusada de importar y poseer ilegalmente walkie-talkies y de violar las restricciones Covid, ya había sido condenada a dos años de prisión por incitar a la disidencia contra los militares y no respetar las medidas anti-covid.
Por: Vatican News