En la ciudad ucraniana que da al Mar Negro, las explosiones son cada vez más frecuentes e intensas, señal de que los soldados rusos están a las puertas. El padre Oleksandr Smerechynskyj, de la Iglesia greco-católica: “Todos quieren huir, pero nosotros nos quedamos. Agradecemos al Papa la jornada de oración y ayuno del 2 de marzo que no nos hace sentir solos”
En Odessa, el terrible sonido de las explosiones es cada vez más cercano, más insistente. Los militares rusos aún no han entrado en la cuarta ciudad más poblada de Ucrania, pero están muy cerca, más cerca de lo que uno puede imaginar. Para entenderlo, basta con asomarse al puerto, uno de los más importantes y estratégicos del país, y, a poca distancia, ver las siluetas de los buques de guerra, imponentes y amenazantes. “De vez en cuando oímos explosiones en la distancia y vemos caer un misil. A pocos kilómetros de aquí, murieron al menos 19 personas, mientras que en el cercano puerto de Yujhnyi, a unos 50 kilómetros, fueron bombardeados dos barcos mercantes”, declaró a Radio Vaticano/Vatican News el padre Oleksandr Smerechynskyj, sacerdote diocesano de la Iglesia greco-católica y capellán de los marítimos.
Sacerdotes junto a los fieles
“La gente tiene miedo, muchos quieren abandonar la ciudad. Se forman largas colas para conseguir las últimas provisiones de alimentos y gasolina, sacar dinero de los cajeros automáticos se ha vuelto casi imposible”, explica el sacerdote, insinuando que el pánico se ha apoderado de la situación. Pero si casi todo el mundo intenta escapar, los sacerdotes han decidido quedarse. “Lo hacen – dice el padre Smerechynsky – para tranquilizar a los fieles, a la población. Y que no se pierdan las celebraciones eucarísticas: cada mañana se celebran en todas las iglesias de la ciudad y de la región”. Hasta ahora, no se ha cancelado ninguna misa.
Comprometidos con la fe y la caridad
La Iglesia greco-católica concentra sus esfuerzos en dos frentes. El primero es el de la fe: “Los fieles han participado activamente en el ayuno por la paz y en los diversos momentos de oración, incluida la oración ecuménica, que tuvieron lugar tanto en enero como en el mes de febrero”, hace presente el padre Smerechynskyj, que agradece al Papa Francisco la convocatoria de una jornada mundial de oración y ayuno para el 2 de marzo, inicio de la Cuaresma. “El Papa – añade el sacerdote – no nos hace sentir solos en estos momentos difíciles. Y, junto con él, nos afligimos por el trágico ejemplo que estamos dando como naciones cristianas”.
Atención a los pobres y a los refugiados
La caridad y la asistencia son el segundo frente del compromiso. Ya en las próximas semanas, miles de refugiados del este de Ucrania podrían llegar a Odessa. Nuestra Cáritas diocesana – especifica el P. Smerechynskyj – ha empezado a aumentar sus actividades de intervención, que incluyen una atención especial a los ancianos y a los pobres. Estamos acumulando alimentos para montar un comedor y también vamos a abrir un segundo. Además, hemos creado un centro de ayuda psicológica: lo necesitaremos mucho”.
Por: Vatican News