El cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, nos vuelve a recordar que hay que respetar las normas impuestas por las autoridades. De hecho, si algo puede decirse de nuestra jerarquía universal, casi sin excepciones, es que se ha plegado escrupulosamente ante todas las reglas impartidas por las autoridades civiles, sin cuestionarlas e incluso yendo más allá de lo ordenado en la cautela.
Y está muy bien, porque como dice el arzobispo de Lima, Carlos Castillo, “debemos entender que ser católico o de cualquier otra religión no otorga ningún privilegio entre la ciudadanía”. Por ello, Castillo, nombrado hace no mucho arzobispo por el actual Pontífice, exhorta a los fieles a “colaborar firmemente en la lucha contra la expansión de la pandemia acatando las normas establecidas por el Estado para el bien de todos”. En esto, ambos Carlos arzobispales siguen las líneas sentadas desde el principio de la crisis por el Santo Padre.
Pero, en democracia, cuestionar las directrices del poder no solo no es una actitud censurable, sino prácticamente obligatoria en una sociedad abierta. La obediencia al poder político no anula, bien al contrario, la libertad de crítica, menos aún en una crisis sanitaria en las que hemos recibido indicaciones contradictorias, muchas de ellas sin sustento en la ciencia (o el sentido común), cambiantes de un día para el siguiente y, muy especialmente, desproporcionadamente estrictas con los fieles católicos.
El otro día veíamos cómo los obispos de Minnesota, en Estados Unidos, están dispuestos a desafiar los mandatos de su gobernador sobre los requisitos impuestos con la excusa de la pandemia. ¿Son menos católicos, más imprudentes?
En casi todas las parroquias uno encuentra, bien visible, una serie de bizantinas normas sanitarias para asistir a misa. La misma relajación que se observa para seguir la liturgia en las celebraciones se vuelve cumplimiento puntilloso cuando se trata de evitar las cada vez más remotas posibilidades de contagio. ¿Es injusto suponer que están poniendo en salvar la salud del cuerpo todo el cuidado que a menudo se ignora para evitar de los riesgos del alma?