Iglesia Catolica

Santiago Agrelo confiesa haber matado a una niña (no, realmente)

“Que se calle el mundo: hemos matado a una niña”, ha escrito el prelado.

El obispo emérito de Tánger, el español Santiago Agrelo, ha publicado un artículo en Religión Digital, página cuya tendencia es de sobra conocida. En el escrito suelta un batiburrillo de frases acompañando a un tuit que dice: “El caso de una niña brasileña a quien no le permitían abortar, pese a que era legal, ha despertado indignación en toda Latinoamérica. Y ha abierto de nuevo la discusión sobre los derechos de las niñas y mujeres en la región”.

La niña de la que habla el tuit, es una brasileña de 1o años que, habiendo recibido abusos familiares, quedó embarazada y quiso abortar. En el hospital al que acudió los médicos se negaron a realizarle la operación, por objeción de conciencia. Por tanto, la niña tuvo que ser llevada a un hospital más lejano, donde finalmente se le practicó el aborto. La niña no sufrió daños y el caso causó una gran polémica en Brasil.

La historia hace más incomprensible el artículo del prelado español, que escribe como si la niña hubiera muerto al serle negada la posibilidad de abortar. “Me moriré sin ver que los discípulos de Jesús de Nazaret, olvidados nuestros libros de normas, de certezas, de convicciones… nos encontremos sencillamente con la vida de las personas que se cruzan en nuestro camino”, empieza Agrelo.

“Ante una niña que necesita un abrazo infinito, una acogida infinita

que le devuelva un sueño sereno, una ternura infinita que la haga sentir finalmente niña, finalmente amada”, dice el obispo, no sabemos si se refiere al aborto. “Nos apresuramos a utilizarla”, confiesa el prelado, “siempre al servicio de nuestras normas, de nuestras certezas, de nuestras convicciones, de nuestra ideología, de nuestros saberes… Y ella continúa sola, abandonada, violada, abusada”, continúa.

“Guárdense los obispos sus certezas. Guárdense los provida sus convicciones. Guárdense los proabortistas sus códigos de derechos. Guárdense los medios de comunicación sus intereses comerciales e ideológicos”, advierte el Sucesor de los Apóstoles.

Entonces confiesa el crimen: “Que se calle el mundo entero, pues hay una niña a la que entre todos hemos matado… Sí, la hemos matado… Le hemos robado todo lo que un niño, al nacer, trae como derecho en el macuto de la vida. Que se calle el mundo: hemos matado a una niña”. Qué manía de la posmodernidad esa de disolver la culpa en un ‘todos’, lo que lleva a pensar a que nadie lo es.

Ya conocemos las salidas de tono de este obispo, hace un par de meses confesaba que “hasta un ignorante como yo sabe que hay abortos que de inmorales no tienen nada”. Pero en este caso no se entiende que acuse a toda la humanidad de haber matado a una niña, cuando esta no ha muerto, sí lo ha hecho -asesinada- la criatura que llevaba en su vientre.

Por: InfoVaticana

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