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EEUU: La irrelevancia de una iglesia ‘woke’

“Los manifestantes siguen luchando contra el racismo sistémico”, abre hoy la versión en español del órgano oficial de la Santa Sede online, Vatican News, en una triste rendición no meramente al espíritu del mundo, sino incluso a sus más obvias mentiras.

Si algo ha demostrado el último medio siglo es que para la Iglesia no hay modo más eficaz de perder relevancia para los hombres que tratar deliberadamente de ser ‘relevante’. Hacerse relevante es la motivación que aducen muchos clérigos para aportar a sus ceremonias conceptos extraídos de las efímeras modas seculares, casi siempre con un desfase temporal clamoroso, y que no hacen otra cosa que alejar a los fieles, como puede comprobar quien tenga interés en revisar los números.

Hay algo profundamente descorazonador en una jerarquía que tiene en sus manos el mensaje más importante de la historia, el único realmente relevante, y opta por convertirse a veces en mero y triste apéndice de las doctrinas del mundo.

El titular con que abre el órgano vaticano Vatican News en español, -“Los manifestantes siguen luchando contra el racismo sistémico”- dice mucho; su información de tercera mano, de ‘copy-paste’, lo dice todo. Hasta ese “siguen luchando” suena a no noticia, como un “sigue lloviendo”, como un “sin novedad en el frente”.

Veamos. “Manifestantes”. Hay manifestantes, seguro, pero también muchos, muchísimos guerrilleros de la revolución y pescadores a río revuelto que asaltan tiendan, roban, incendian, destruyen, amenazan, dan palizas y hasta matan. ‘Las vidas negras importan’ pero, al parecer, solo las que convienen: ya se han perdido por los disturbios más vidas negras que en el incidente que provocó -que se tomó como excusa- toda esta conmoción callejera mundial. Esas no solo no importan, sino que es terrible, terriblemente ‘racista’ recordarlas siquiera. En total, y si las de otras razas también importan, las muertes violentas a manos de los ‘pacíficos manifestantes’ superan la decena.

“Contra el racismo sistémico”. No hay de eso, y estamos seguros de que en Vatican News lo saben. “Sistémico” significa encardinado en el sistema, ese sistema que forman y dirigen los gobernantes, las grandes empresas, los medios de comunicación, las élites culturales. ¿Podrían señalar alguno de esos actores que no se haya volcado con la ‘causa negra’? Esperaré.

“La ira que siente la gente en los Estados Unidos, y en todo el mundo, se está canalizando en protestas”, empieza el artículo. “La gente se está reuniendo, marchando, arrodillándose y rezando en todo el mundo por George Floyd, un afroamericano de 46 años de edad que fue asesinado el 25 de mayo por un policía blanco de Minneapolis”.

¿La ira? ¿Tanta ira provoca, digamos, en Amsterdam un deplorable caso de abuso policial con resultado muerte, mientras solo el año pasado eran asesinadas 4.000 personas en el mundo por razón de su fe cristiana? ¿Alguien puede pensar que esa ‘ira’ es otra cosa que un producto de laboratorio ideológico coordinada por los medios a instancias de sus dueños, que no son exactamente los pobres de la Tierra?

“Reuniendo, marchando, arrodillándose y rezando en todo el mundo por George Floyd”. ¿No faltan algunos verbos aquí? ¿Robando, matando, atacando, asaltando, humillando, incendiando, destruyendo?

Que la Santa Sede deplore la muerte de George Floyd, como que condene el racismo, es bueno, natural y quizá deseable. Pero hay una evidente desproporción, un sumarse a las causas no por su lucha contra un mal grave, sino porque es a lo que el Mundo -los Príncipes de este Mundo, por emplear un lenguaje evangélico- prefiere dar importancia. Y un mentir, que es mucho más grave en una fuente vaticana. Porque esa descripción del movimiento como esencialmente pacífico es sencilla y comprobablemente falsa, como lo es que la indignación sea espontánea y basada realmente en el caso que se emplea como excusa.

Una Iglesia ‘woke’ -el apelativo de los nuevos progresistas radicales- es una Iglesia redundante. El fiel espera de la Iglesia que le lleve a Cristo, no a la revolución social; que le enseñe verdades eternas, no que le repita, edulcorado, el mismo mensaje repetido hasta la saciedad por los grandes de este mundo.

POR: InfoVaticana

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