Entrevista al millonario Braveheart: «No quiero que mis hijos piensen que soy despreciable. Esta ciudad me ha dado todo, no trocaré su libertad para hacer negocios con China»
El 10 de agosto, Hong Kong fue arrollada por un terremoto. Toda las agencias del mundo dieron la noticia: arrestado el magnate editorial Jimmy Lai, fundador del coloso Next Digital, que imprime el periódico más importante y difundido de la ciudad, el Apple Daily. Mientras se obligaba a Lai a desfilar con las esposas delante de las videocámaras y fotógrafos, 200 policías hacían irrupción en la redacción del periódico prodemocracia y registraban los escritorios de los periodistas. El millonario ha sido acusado de colusión con fuerzas extranjeras, un cargo de acusación que, según la nueva ley sobre seguridad nacional en vigor desde el 1 de julio, puede acarrearle hasta diez años de cárcel. Liberado tras depositar una fianza, el magnate, de 71 años, volvió de inmediato a la redacción del Apple Daily, donde fue acogido como un héroe. Entre lágrimas declaró: «Seguiremos combatiendo por la libertad de Hong Kong, que me ha dado todo».
En el caso de Jimmy Lai, no es una frase hecha. Nació en 1948 en China, en una familia rica de Guangzhou, pero sus padres perdieron todo el año siguiente con la subida al poder de Mao Tse Tsung. Cuando tenía solo doce años se embarcó clandestinamente en una barcaza de pescadores y llegó, solo, a Hong Kong. Sin medios ni recursos, en pocos años pasó de coser jerséis en una fábrica que explotaba a los refugiados de China continental a fundar su propia marca internacional de vestimenta, Giordano. Su cadena de negocios tuvo un éxito enorme y se difundió rápidamente en China. Todo iba viento en popa hasta que, el 4 de junio de 1989, el régimen comunista envió a la Plaza Tiananmen tanques para sofocar, con el derramamiento de sangre, la protesta de los jóvenes. Al contrario de muchos millonarios, que permanecieron callados para conservar sus empresas, Lai denunció en una serie de editoriales candentes la masacre de los estudiantes. Pekín reaccionó con rabia y cerró todas las tiendas de su cadena. Lai se vio obligado a vender la marca pero fundó Next Digital, un imperio editorial con más de 4.000 empleados y decenas de publicaciones de éxito.
El año pasado, el magnate fue tachado en China como uno de los miembros de la nueva “Banda de los cuatro”, es decir, un traidor a la patria. Además de colusión con fuerzas extranjeras, también ha sido acusado de haber participado en una reunión no autorizada (para conmemorar las víctimas de Tiananmen, prohibida por primera vez este año por las autoridades con la excusa de la pandemia). Jimmy Lai, sostenido por una firme fe católica, no es un activista, es sobre todo un empresario; pero al contrario que muchos otros millonarios, nunca le ha hecho la corte a Pekín para conseguir algún contrato más, suscitando así la ira del régimen. A pesar de que corre el riesgo de acabar sus días en la cárcel, Lai no tiene ninguna intención de abandonar “su casa”. Y aun sabiendo que cualquier declaración podría ser utilizada contra él, acepta hablar con Tempi: «Seguiremos luchando como hemos hecho siempre, y hasta que nos impidan hacerlo».
Jimmy Lai, en pocos meses usted ha sido arrestad junto a sus dos hijos y ha recibido una avalancha de acusaciones. ¿Le sorprende esta persecución?
He fundado el grupo editorial más grande de Hong Kong, no pienso que nadie pueda decir que está sorprendido si mis publicaciones y yo nos hemos convertido en un objetivo al que atacar. Al estar a favor del mercado libre y la libertad, es normal que no le caiga bien al Partido Comunista chino (PCCH). No creo que el PCCH tenga miedo de Jimmy Lai; la cuestión no soy yo o cualquier otra persona. Pero cuando demuestras que estás en desacuerdo con el régimen comunista, no puede más que nacer un conflicto.
¿La ley sobre seguridad nacional ha acabado con el modelo “Un país, dos sistemas”, que debía garantizar una amplia autonomía a Hong Kong hasta 2047?
El modelo “Un país, dos sistemas” no ha muerto del todo, pero si tuviera que dar un porcentaje, diría que ha desaparecido en un 75% por ciento y no hay señales que el PCCH quiera cambiar su línea de conducta. Las limitaciones impuestas a la prensa son ya muy graves, pero por ahora podemos seguir escribiendo lo que queremos y las redes sociales son relativamente libres.
¿Qué le sucederá a Hong Kong cuando pierda su autonomía?
El estado de derecho y la libertad de prensa han hecho de esta ciudad un centro internacional: si siguen deteriorándose nos convertiremos en un puerto como cualquier otro del sur de China. Ya no habrá diferencia entre nosotros y una ciudad como Shenzhen.
Muchos activistas ya han huido al extranjero para evitar ser arrestados. También usted podría hacerlo, no le faltan ni los medios ni los contactos.