Hermine Nzotto, madre de las niñas que fueron protagonistas a principios de junio de una excepcional operación en el hospital Bambin Gesù, que les dio una vida normal, expresa en una carta su gratitud al Papa, que bautizó a sus hijas hace unos días. Si mañana “pueden estar entre los niños más afortunados de la tierra”, afirma, es por la puerta santa abierta en Bangui en 2015, un camino que “pueden cruzar los necesitados como lo fui yo”.
La visita al interior de San Pedro, una inmensidad que vista por primera vez casi aplasta pero se detiene frente a la estatua de la Virgen que mantiene a Jesús sin vida. De repente el resto de la inmensidad pierde interés, mientras que una pregunta sobre ese “cuerpo inocente” de Cristo que recuerda “el cuerpo de mis hijas negadas a la normalidad en mis brazos igualmente impotentes”. ¿Por qué?”. Es uno de los pasajes más fuertes de la carta dirigida al Papa por Hermine Nzotto, la madre de las gemelas siamesas de la República Centroafricana, que fueron sometidas a una extraordinaria operación de separación craneal y cerebral en el Hospital Niño Jesús hace aproximadamente un mes. Dos niñas pequeñas, Ervina y Prefina, a quienes Francesco bautizó en los últimos días en la Casa Santa Marta durante una ceremonia privada.
El puente de los pobres
En la carta, Hermine Nzotto cuenta su vida como una “niña de la selva”, nacida en un pueblo a 100 km de Bangui, ciudad en la que en 2015 el Papa inicia el Jubileo de la Misericordia abriendo la puerta santa de la catedral. Una puerta que para la madre de las dos niñas es mucho más que eso. “Que mis hijas María y Francesca hayan sido bautizadas por Su Santidad me confirma que Dios está verdaderamente cerca de los últimos”, escribe Hermine. “Si mañana mis hijas podrán estar entre los niños más afortunados de la tierra, es decir, ir a la escuela y aprender lo que yo ignoro y que ahora aspiro a saber, para una mañana poder leer los versos de la Biblia a mis hijas, entonces -dice la mamá de las pequeñas – no es una puerta santa la que Usted abrió en Bangui en 2015 y que se cerró un año después, sino que ha construido un puente para la eternidad que pueden atravesar los necesitados, como yo lo era, y personas de buena voluntad como el equipo de médicos que se ocuparon de mis separadas inseparables”.