A través de un comunicado emitido por la Oficina de Prensa del Obispado de San Rafael, se informó el 27 de julio del cierre del seminario de la diócesis argentina a finales de este año.
En el escrito se explicaba que “siguiendo precisas instrucciones emanadas de la Santa Sede”, el obispo de la diócesis, Eduardo María Taussig, había tomado la decisión “de cerrar el Seminario a fin de este año, una vez terminado el ciclo lectivo de estudios del presente semestre”.
Al final del comunicado se invitaba a toda la Diócesis a rezar por los seminaristas, por su perseverancia en el proceso de formación y por sus familias y comunidades. “La medida, aunque muy dolorosa para todos, resulta necesaria. Dios sabrá dar nuevos frutos de santidad a toda la Diócesis, en tanto que perseveremos en la comunión con la Jerarquía que el mismo Señor ha dispuesto para guiar a la Iglesia”, concluía.
Hoy nos enteramos, a través del medio Los Andes ―un periódico local de Mendoza―, del supuesto motivo que habría llevado a la Santa Sede a tomar semejante decisión: negarse a dar la comunión en la mano.
Tras la vuelta de las misas públicas, suspendidas debido al coronavirus, el obispo Taussig, junto al arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, aprobaron que, como medida de precaución, se administrara la comunión solamente en la mano. Esta decisión generó una gran polémica en la comunidad católica, que solicitó lo que establece el derecho eclesiástico, la libertad de recibirla en la boca.
El portavoz del obispado de San Rafael, José Antonio Álvarez, explicó que la decisión del cierre del seminario “no se le ocurrió al obispo sino que es bajo instrucciones de la Santa Sede”. El sacerdote señaló que “dada la trascendencia internacional que ha tenido la desobediencia” de una gran parte del clero, varios de ellos formadores o profesores, llegó la intervención de Roma y “como primera, no única medida, la Santa Sede entiende que debe ser cerrado el seminario y los seminaristas, reubicados para verse libres de esa influencia y formarse debidamente para el sacerdocio”, recoge Los Andes.
“No es desobediencia a la Iglesia ya que la Iglesia universal permite que el fiel reciba la comunión en la boca o en la mano; es su derecho y no se le puede negar. Y hay formas de cumplir con la parte sanitaria sin socavar ese derecho, si no es estar en contra de una ocurrencia de él (por el obispo)”, comentó un sacerdote al medio argentino pidiendo que su nombre permaneciera en el anonimato.
Hay que señalar que el seminario de San Rafael es el que cuenta con más seminaristas de toda Argentina, con 39, algo que hace más extraña la decisión del prelado.
Por: InfoVaticana