Vatican News entrevista al presidente del Parlamento Europeo recibido en audiencia por el Papa Francisco: “La Unión Europea se compromete a la construcción de algunas fábricas en África para permitir que las dosis de vacunas lleguen a los países que lo necesitan especialmente en este momento”.
Un estímulo para defender a toda persona, especialmente a los más débiles: este es el mensaje que ha recibido hoy el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, durante su encuentro con el Papa Francisco en el Vaticano. Después de ver al Pontífice, Sassoli concedió una entrevista a Vatican News.
– Presidente Sassoli, ¿qué ha surgido de este encuentro, qué le queda de esta reunión?
Un fuerte estímulo para defender a la persona donde quiera que esté, en cualquier condición que se encuentre. La defensa de la persona humana como medida de todas las cosas. Creo que este es el mensaje del Santo Padre. Y, por supuesto, un estímulo para que la Unión Europea sea un instrumento de defensa de los más débiles, de los migrantes, de las personas con dificultades, de todos los que se sienten excluidos. Y en el espíritu de Europa en este momento, de los instrumentos que hemos puesto en marcha, está exactamente todo esto. Debemos reducir las desigualdades y crear una protección especialmente para los más vulnerables.
– Resulta llamativo que en el último Consejo Europeo el tema de los migrantes haya tenido diez minutos de debate. Y todavía no hay una decisión sobre el tema de las reubicaciones… Sigue faltando unidad en este tema, ¿qué puede decir?
Siento mucha frustración, porque llevo mucho tiempo luchando para que, ante todo, Europa demuestre su humanidad en el rescate de personas en el mar, y también pedí en el último Consejo que se estudiara una iniciativa de la Unión precisamente para el rescate de personas en el mar.
¿Cómo podemos pensar en pedir que se respeten los derechos de las personas en todos los continentes y fuera de Europa si luego somos incapaces de rescatar a hombres, mujeres y niños? Estamos hablando de unos pocos miles de personas, no de millones. Por eso creo que en este empeño, que es una batalla política de primer orden, hay una gran sintonía en este momento con el talante y los ánimos que vienen del Santo Padre.
– La pandemia, las vacunas: el Parlamento Europeo se ha pronunciado a favor de la liberalización, mientras que la Comisión Europea muestra una posición diferente, contraria…
En primer lugar, estamos muy orgullosos de que, desde el 1 de enero, el cuarenta por ciento de nuestra producción haya sido destinada fuera de la Unión Europea. No todo el mundo lo hizo; no lo hizo Estados Unidos, no lo hizo China, no lo hicieron otras potencias. La Unión Europea lo ha hecho.
Esto ni siquiera ha creado un escándalo, porque estamos convencidos de que la seguridad de los demás es nuestra seguridad. Tenemos que hacer más. Y hemos pedido una reflexión sobre las licencias y las patentes porque debe quedar claro que todo lo que sea útil para tener más oferta de vacunas debe ponerse en el campo. En estos momentos, la Unión Europea se ha comprometido a crear una serie de fábricas en África para poder suministrar dosis de vacunas a los países que más las necesitan en estos momentos. No partimos de cero; debemos, por supuesto, hacer más.
– Otro tema que tiene mucho que ver con la centralidad de la persona: la resolución no vinculante aprobada el jueves 24 de junio por los eurodiputados sobre salud y derechos reproductivos y sexuales, en la que el aborto figura entre los derechos y se define como un servicio médico esencial. El Papa Francisco ha pronunciado palabras claras y contundentes en defensa de la vida humana, y en su visita a Estrasburgo en noviembre de 2014 advirtió del riesgo de malinterpretar el concepto de derechos…
Esta resolución, que no es vinculante porque no es un acto legislativo, es una recomendación para que todos los países tengan de alguna manera una legislación similar. ¿Similar a qué? Por ejemplo, a la legislación italiana, que pone a la mujer en condiciones de elegir, pero también de seguridad. Y creo que este es el verdadero tema de esa recomendación. Creo que hay un poco de instrumentalización que debemos dejar de lado. Hemos visto que muchos países se comportan de manera diferente y creo que algunas experiencias como la italiana pueden ser útiles para ellos también.
– Hablemos de la Laudato si’. Nunca antes, ni siquiera en los pasillos de la Comisión Europea ni en el Europarlamento, se había producido un debate tan intenso sobre una Encíclica: se ha hablado de ella durante semanas y meses…
Agradecí al Santo Padre porque sus encíclicas están en el origen de la reflexión que todas las familias políticas de Europa han hecho para dar vida al “green deal europeo”, es decir, a esta gran posibilidad que tiene la Unión Europea de ser la primera de la clase en la defensa del planeta.
Creo que en el origen de la reflexión del Santo Padre hay una reflexión que golpea a todos. Sus encíclicas son continuamente citadas por todos los que intervienen. ¿Sobre qué cosa? Sobre la necesidad de tomar nota de que el planeta es la casa común, que hay que protegerlo y, al mismo tiempo, en la casa común necesitamos más igualdad, porque la última encíclica del Papa es una indicación muy política para nosotros.
– Casa común, fraternidad humana. ¿Cuáles son en definitiva, según su sensibilidad, las palabras fuertes de Francisco que pueden ser más útiles para los desafíos que enfrenta Europa?
Sin duda, las personas y la comunidad. Las personas y la comunidad nos devuelven a una reflexión de aquella época en la que en los años 30, ante una Europa en llamas, muchos intelectuales católicos empezaron a delinear y que hoy podemos considerar un punto de referencia importante, porque las personas y la comunidad son las referencias del personalismo cristiano. Creo que en esto hay mucha conexión entre los mensajes del Santo Padre y esa experiencia.
Le hice un pequeño regalo al Papa Francisco: la primera edición de “L’attesa della povera gente” de Giorgio La Pira, de 1951, un librito muy pobre, pero lleno de significados; la persona y las comunidades en el centro de nuestra acción, con un espíritu de atención sobre todo natural hacia los que sufren. Hoy en día, en nuestras sociedades vemos cómo las clases medias se empobrecen, cómo aumenta la pobreza y la precariedad. Creo que los esfuerzos de recuperación no tendrán éxito si no limamos estas desigualdades.
– Un paso atrás en la historia: el 13 de junio de 1957, cuando se iniciaba la aventura de la construcción europea, Pío XII, reunido con algunos representantes del movimiento europeo de la época, aplaudió una Europa unida en torno a ciertos valores, recomendando que no fueran sólo valores económicos; invitó a evitar el riesgo de un repliegue egoísta del continente y pidió que se mirara a África…
Creo que todavía estamos dentro de esa reflexión, que no hemos llegado a las conclusiones que en 1957 nuestros padres fundadores, y también la Santa Sede, esperaban. Debemos continuar. La historia de la Unión Europea es una historia de éxito, pero desde luego no es una historia que termina aquí, como tampoco termina aquí la respuesta a la crisis, porque no podemos conformarnos con lo que hemos hecho -que es muy importante-; debemos continuar porque la crisis está entrando en todas las familias, en todos los lugares de trabajo. Tenemos que continuar porque la crisis está entrando en todas las familias, en todos los lugares de trabajo.
Necesitamos una Europa que sepa hablar con una sola voz, naturalmente dentro del pluralismo y las múltiples sensibilidades que expresa el espacio europeo. Pero en este momento nos estamos dando cuenta, y creo que los ciudadanos también, de que una Europa más fuerte es una Europa más útil también para ellos, para su seguridad, para la respuesta a sus problemas. Al final, estos 15 meses de pandemia nos lo han demostrado.
Los datos que llegan, incluso en este último periodo, nos dicen que el 70% de los ciudadanos quieren más competencias para la Unión Europea. Piense en lo que esto significa en comparación con el comienzo de la legislatura, cuando el campo europeo estaba dividido entre Europa sí y Europa no, cuando muchos querían que Europa se disolviera, y cuando muchos actores de todo el mundo apostaban por las divisiones en Europa. Creo que, con respecto a los instrumentos que se han puesto en marcha, hay una conciencia que también está cambiando muchos de los estados de ánimo de nuestras opiniones públicas.
Por: Vatican News