El Santo Padre dirige un mensaje a las personas con discapacidad: “Su presencia puede ayudar a transformar las realidades en las que vivimos”.
“El Día Internacional de las Personas con Discapacidad nos invita a comprender que nuestra fragilidad no ofusca de ningún modo el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo”, escribe en un mensaje el Papa Francisco para reflexionar sobre el “magisterio de la fragilidad” como carisma y, el compromiso de la Iglesia de caminar juntos sin exclusiones.
Así el Pontífice reitera que comunicar el Evangelio no es una tarea reservada a algunos, “sino que es una necesidad imprescindible de cualquier persona que haya experimentado el encuentro y la amistad con Jesús”.
“La confianza en el Señor, la experiencia de su ternura, el consuelo de su compañía no son privilegios reservados a unos pocos, ni prerrogativas de quienes han recibido una formación cuidadosa y prolongada. Por el contrario, su misericordia se deja conocer y encontrar de manera muy particular a quienes no se fían de sí mismos y sienten la necesidad de abandonarse en el Señor y de compartir con los hermanos”.
Un carisma: el Magisterio de la fragilidad
El Papa en su mensaje habla “de un auténtico magisterio de la fragilidad”, explicando que “es un carisma con el que ustedes —hermanas y hermanos con discapacidad— pueden enriquecer a la Iglesia. Su presencia puede ayudar a transformar las realidades en las que vivimos, haciéndolas más humanas y acogedoras. Sin vulnerabilidad, sin límites, sin obstáculos que superar, no habría verdadera humanidad”, dice.
Y alerta sobre el peligro que la Iglesia, a pesar de sus propias enseñanzas, pueda “imitar el modo en que la sociedad deja de lado a estas personas”. Señalando algunas formas de discriminación en el mundo: la falta de escucha, la violación del derecho a elegir dónde y con quién vivir, la negación de los sacramentos, la acusación de brujería, los abusos, que “describen la cultura del descarte con relación a las personas con discapacidad”, afirma el Papa.
La plena inclusión en la Iglesia
El Pontífice agradeció la participación de las personas con discapacidad en el Sínodo, “nos ayuda sobre todo a comprender cómo en la Iglesia —también en lo que se refiere a la discapacidad— no existe un nosotros y un ellos, sino un único ‘nosotros’, con Jesucristo en el centro, donde cada uno lleva sus propios dones y sus propios límites”.
“Espero que cada comunidad cristiana se abra a la presencia de hermanas y hermanos con discapacidad asegurándoles siempre la acogida y la plena inclusión”.
También en el mensaje recordó el sufrimiento de hombre y mujeres con discapacidad que viven en situaciones de guerra: “¿Cuántas personas —en Ucrania y en los otros escenarios de guerra— permanecen confinadas en los lugares donde se combate y ni siquiera tienen la posibilidad de huir?”, haciendo un llamado a “brindarles una atención especial y facilitarles el acceso a las ayudas humanitarias por todos los medios”.
Finalmente, el Pontífice invito a mirar la realidad y las necesidades de las personas con discapacidad “con ojos nuevos”, para derribar las barreras que cuando no las padecemos parecen insignificantes.