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Homilía del Cardenal Becciu: Dios es la verdadera riqueza que no perece

Esta mañana, en la memoria litúrgica de Santa Marta, Discípula del Señor, algunas Hermanas de la Congregación de Marta y María hicieron la profesión de sus votos perpetuos. Este Instituto religioso femenino de Derecho pontificio también está presente en diversos países de América Latina. Y el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos pronunció la homilía

Este 29 de julio, memoria litúrgica de Santa Marta, Discípula del Señor, el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos presidió la solemne celebración eucarística en la Iglesia romana de San Eugenio, con motivo de la profesión de los votos perpetuos de algunas religiosas de la Congregación de Marta y María.

Este Instituto está presente en varios países de América Latina, África y Europa, a saber: Guatemala, España, Venezuela, Italia, Argentina, Honduras, Etiopía, Cuba, Lituania, Perú y Chile. Y su carisma, tal como se lee en las Constituciones de esta Congregación, se resume “en amar a Jesús presente en la Iglesia, presente en la Eucaristía y presente, sobre todo, en los que sufren, física, moral o espiritualmente, cuidándolos con las manos de Marta y amándolos con el corazón de María”.

Homilía del Cardenal Angelo Becciu

En su homilía el Purpurado comenzó dirigiéndose a estas queridas Hermanas y a los fieles que las acompañaban, afirmando que “como en tiempos de Jesús, también hoy la gente pide signos persuasivos y rotundos para creer en Él”. A lo que añadió textualmente:

“Esta mañana podemos presentar el maravilloso acontecimiento de treinta jóvenes mujeres que deciden profesar para siempre sus votos de consagración en la Congregación de Marta y María. Ellas dicen al mundo que es hermoso ofrecer su propia vida al Señor, con el deseo de responder a su llamada para servir a los hermanos en la caridad”

Tras recordar los tantos países en los que este Instituto religiosos ofrece su servicio, el Purpurado afirmó: “Estas treinta hermanas, hoy, ante la comunidad cristiana, entregan sus vidas en las manos del Señor, pronunciando su ‘sí’ para siempre. Todos nosotros, mediante el bautismo, hemos elegido amar a Jesús, ofrecernos a él”.

“Estas Hermanas, con la profesión de sus votos solemnes, desean entregarse a Él y pertenecerle aún más íntimamente, con la promesa de vivir castas, obedientes y pobres”

De ahí su agradecimiento a estas queridas Hermanas por su elección fuerte y, en cierto modo, contracorriente. A la vez que destacó que muchos se alegran por su valor y disponibilidad, sabiendo que han encontrado al Señor Jesús, han experimentado su belleza y su gracia y desean seguir viviendo su existencia con Él y por Él. Y les pidió que no dejen de indicar, con tu testimonio, los caminos del Reino de Dios, porque en el fragor de este mundo se corre el riesgo ¡de perderlos de vista!

Jesús no pretende condenar la actitud de servicio

El Cardenal Becciu destacó que sin embargo, junto a la Hermana María, también está Marta que, consciente de su papel de anfitriona, trata de ofrecer a Jesús esa acogida que considera mejor. Y añadió que el activismo de Marta es una expresión de la respetuosa atención que presta al Señor y manifiesta el deseo de una acogida digna, llevada a cabo por una fiel discípula del divino Maestro, quien le dice: “Marta, Marta, trabajas y te inquietas por muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada”. Con estas palabras – dijo el Purpurado en su homilía – Jesús no pretende condenar la actitud de servicio, sino más bien el afán con el que a veces se lo vive.

Afrontar con valor y creatividad los desafíos del tiempo

Por otra parte, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos agregó que “la Iglesia tiene necesidad de su presencia, tiene necesidad de una vita consagrada que se exprese en la búsqueda constante de Dios mediante la escucha de su Palabra, en la oración litúrgica y personal. Y también tiene necesidad de religiosas que afronten con valor y creatividad los desafíos del tiempo”.

“Ante el hedonismo, a ustedes se les pide el testimonio de la castidad, como expresión de un corazón que conoce la belleza y el precio del amor de Dios. Ante la sed de ganancias, hoy dominante, su vida sobria, dispuesta a servir a los demás, recuerda que Dios es la verdadera riqueza que no perece. Frente al individualismo y al relativismo, que inducen a las personas a ser la única norma para ellas mismas, su vida fraterna capaz de docilidad y obediencia confirma que ustedes ponen en Dios su propia realización”

Y concluyó invocando a la Virgen María, modelo de vida consagrada, para que las sostenga a fin de que puedan ser para todos un signo profético del Reino de los cielos.

Historia de la Congregación Marta y María

Monseñor Miguel Ángel García Araúz en la Diócesis de Jalapa Guatemala, experimentó que pasaron por lo menos ocho congregaciones religiosas que tuvieron que regresar a sus lugares de origen por distintas circunstancias. Le quedaban las Hermanas de San Juan Evangelista de origen colombiano y por razones ajenas a la diócesis y propias de la Congregación tuvieron que cerrar en Guatemala.

Al verse Monseñor García, desprovisto de estas hermanas, que eran las únicas que sostenían la pastoral diocesana, viajó a Colombia para suplicar a la Superiora General le ayudara en esta situación. Fue así como esta Superiora le propuso que dos hermanas voluntarias fueran a Guatemala y le ayudaran, entre las cuales se encontraba la Madre Ángela Eugenia Silva Sánchez, que formaba parte del equipo que ya estaba ayudando en Guatemala.

Monseñor García, con la experiencia de que todas se marchaban, pensó en la formación de una Congregación con elementos del propio ambiente tomado de la idea del Papa San Pío XII. Y la Madre Ángela, con su entrega y abnegación emprendió la labor quedándose en Guatemala y dando inicio a lo que ahora es la Congregación Marta y María fundada en 1979. Comenzó con seis señoritas, y no pocas dificultades porque no contaban con los medios suficiente para sostenerse, pero Monseñor García ayudó mucho, sobre todo con el apoyo moral.

Instituto religioso femenino de Derecho pontificio

La Congregación Marta y María es un Instituto Religioso femenino de Derecho pontificio, cuyos miembros tienden a la perfección de la caridad según el Carisma propio, profesan los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia mediante el voto público y fue fundada en la Ciudad de Jalapa, Guatemala, el 6 de enero de 1979 por el Obispo Mons. Miguel Ángel García Arauz y la Madre Ángela Eugenia Silva Sánchez.

Carisma y espiritualidad

Su carisma sale como una fuente del amor misericordioso de la Eucaristía y este amor se manifiesta con las manos de Marta y el corazón de María que la escucha y que se traduce en el prójimo, es decir, ver en el rosto del más necesitado el rostro de Jesús y atenderlo con las manos de Marta y el corazón de María.

Misión

Su misión se extiende hasta el día de hoy a diecinueve países: Guatemala, España, Venezuela, Italia, Argentina, Cuba, Honduras, Costa Rica, Panamá, Uruguay, Ecuador, Perú, Chile, Francia, Etiopía, Mozambique, Lituania, Holanda, Colombia  y Canadá, atendiendo obras sociales, es decir a personas de la tercera edad, a mujeres con discapacidad psíquica, a niños abandonados, además de prestando servicio en las Nunciaturas Apostólicas y en las Conferencias Episcopales, en los obispados y parroquias ocupándose de la pastoral establecida en cada diócesis y siguiendo las directrices de los obispos y párrocos.

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