El obispo de San Sebastián cree que las consecuencias de la pandemia, en cuanto a la religiosidad se refiere, “van a ser muy diversas, incluso contradictorias”. Algunos “se han alejado de la práctica religiosa al desordenarse sus hábitos de vida”; otros, sin embargo, “han tenido una experiencia de Dios en medio del confinamiento como nunca había acontecido en sus vidas”.
“De hecho, en este momento comprobamos que ha disminuido el número de asistentes a la misa dominical, mientras que ha aumentado el de los asistentes a la misa diaria”, explica el prelado.
En el plano político, Munilla alucina con “cómo se está aprovechando la pandemia para introducir una agenda ideológica de forma exprés, con nocturnidad, confinamiento y bajo anestesia colectiva… Y lo más grave es que esté ocurriendo con muy poca resistencia moral, mientras nos entretienen con un debate sobre la hora del toque de queda”.
El obispo donostiarra se refirió también a la eutanasia: “No sé si la explicación de este procedimiento exprés hay que encontrarla en la misma dinámica de la soberbia, que tiende a endiosarnos; o si responde a la estrategia de quien necesita mantener el motor revolucionado para continuar en el poder”.
“Ambos argumentos son compatibles, por su puesto. Me ha impresionado de forma especial el desprecio absoluto mostrado ante el informe del Comité Nacional de Bioética, o del Comité de la ONU para los Derecho de las Personas con Discapacidad, o ante los especialistas en cuidados paliativos… Y, por cierto, aquí no cabe decir que el orden de los factores no altera el producto. Cuando la eutanasia va por delante, los cuidados paliativos no son debidamente implementados. Es un hecho que no ha tenido ni una sola excepción a nivel mundial. Por lo tanto, las consecuencias las vamos a pagar todos”, manifiesta el obispo.
“La eliminación del concepto de “demanda social” respecto al acceso a la educación es bien significativa”, dice sobre la Ley Celaá. “Los reiterados desmentidos de la ministra negando que la libertad educativa esté en peligro, chocan con su rotunda negativa a ceder ante la supresión del término “demanda social” en la ley. Caminamos hacia una estadolatría, hacia una intromisión del Estado en la vida de la familia cada vez mayor, pasando por encima del principio de subsidiariedad”, señala.
Preguntado sobre si le da miedo que el Gobierno de Sánchez suscite corrientes de integrismo religioso, el obispo de San Sebastián contesta: “Las lecturas reduccionistas o manipuladas del mensaje del Papa Francisco se han convertido en un caldo de cultivo para reacciones integristas, incluso de tipo sedevacantista”.
Sobre los Papas que le han acompañado durante su vida, dice que cada uno “ha dejado una huella importante en nuestro carisma personal: Juan Pablo II me ayudó a quitarme miedos y a afrontar retos difíciles; Benedicto XVI me trasmitió el amor a la verdad y la importancia del discernimiento, y el Papa Francisco me enseña a poner el foco en los rostros concretos, sin perderme en las teorías”.
Por: Infovaticana