El Presidente del Episcopado Colombiano, Monseñor Óscar Urbina Ortega, traza el camino de la 110 Asamblea Plenaria, que inició este 6 de julio, resaltando que se está iniciando “una nueva forma de ser Iglesia en salida”, un momento en el que la Iglesia debe estar en la capacidad de evangelizar como Jesús y estar atenta a realizar un discernimiento sobre el qué hacer, cómo y a quién servir.
“Discernir, a la luz del Evangelio, la hora presente de la Iglesia y el mundo, marcada por la pandemia del Covid-19, que nos pide pensar y replantear las realidades fundamentales de la convivencia social, religiosa, política, económica, cultural y ecológica, para situar la misión de la Conferencia Episcopal en este contexto y establecer sinodalmente las claves y directrices pastorales para continuar la tarea evangelizadora”. Este el objetivo señalado por el Presidente del Episcopado Colombiano, Monseñor Óscar Urbina Ortega, al abrir, este lunes 6 de julio, los trabajos de la 110 Asamblea Plenaria.
Conectados virtualmente desde cada rincón del país, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Colombia (COC) analizaron la situación actual y los desafíos de la acción evangelizadora de la Iglesia católica en el contexto de la pandemia de Covid-19, que para Monseñor Urbina requiere una transformación que debe comenzar por la toma de conciencia del momento complejo que se atraviesa el mundo. “Desde una perspectiva de fe – afirmó – la trágica y dolorosa crisis sanitaria nos introduce, sin embargo, en un nuevo tiempo de gracia, en un Kairós con múltiples desafíos que es preciso discernir y a los cuales es necesario responder, pero que en últimas, nos confronta con la permanente novedad del Evangelio que es el llamado a la conversión”.
En este contexto, el también Arzobispo de Villavicencio exhortó a ver la pandemia no como una fatalidad irreversible, sino más bien como una posibilidad de conversión y cambio en el ser humano, pero además como un impulso para la misión por la que fueron llamados al servicio Episcopal, la de guiar y estar al servicio de los demás. “Esto implica cambiar los paradigmas y ser dóciles para dejarnos guiar por el Espíritu Santo, que nos llena de valor, imaginación y creatividad para favorecer nuevos ministerios y servicios e ir como Jesús hacia las periferias, y para salir como los Apóstoles de los cenáculos que encierran y no confrontan”, subrayó.
El Presidente del Episcopado puso de relieve que se está iniciando “una nueva forma de ser Iglesia en salida”, un momento en el que la Iglesia debe estar en la capacidad de evangelizar como Jesús y estar atenta a realizar un discernimiento sobre el qué hacer, cómo y a quién servir. Un discernimiento que exige una profundidad y comprensión espiritual que permita “mirar la cultura expresada en estos momentos de cuarentena, no para juzgarla, menos acusarla, sino para una toma de conciencia”. De hecho, el Arzobispo recordó que esta Asamblea Plenaria cierra las primeras décadas del tercer milenio con una pandemia que ha paralizado al mundo y que pone en tela de juicio el camino, la metodología, las opciones y hasta las finanzas de la Iglesia: “Se abre un horizonte que parece brumoso, incierto y hasta tenebroso”, dijo.
Como nota positiva y desafío urgente, el Presidente del Episcopado colocó la experiencia del uso denodado de la tecnología durante la cuarentena “expresa una fe insaciable de respuestas que sin duda están indicando la necesidad de un encuentro de la cultura con el misterio, para una experiencia profunda de Dios”. En este contexto, advirtió a los Prelados sobre la necesidad de hacer una lectura cuidadosa sobre el comportamiento de las personas en estos momentos de crisis, sus necesidades, líneas de pensamiento, modelos de vida, porque todo ello sirve para dilucidar sobre la necesidad del servicio del Evangelio y como llevarlo al corazón de la cultura colombiana.
“Se requiere conocer sus profundas raíces que impactan en las toma de decisiones de las personas y en la que sutil o explícita aparece la presencia divina; no podemos cerrar los ojos, ante una identidad cada vez más frágil, que no permite enfrentar el pluralismo, ante una mentalidad materialista y superficial, ante las violencias que se extienden a lo largo y ancho del país, y ante la deshumanización que impide dejar salir las bondades que se esconden en el propio corazón para reconocer y vivir la fraternidad”, aseveró.
Por último, Monseñor Urbina advirtió que en estos momentos en que la Iglesia no ha podido acompañar de cerca a sus fieles, ni recibirlos en los templos, es cuando más se requiere de creatividad pastoral, así como lo ha venido haciendo, valiéndose de las redes de la información y de los medios de comunicación, pero sobre todo, trabajando unidos, en sinodalidad, comunicando esperanza, porque solo así se logrará “llegar a un nuevo amanecer”, a la superación de la pobreza, la reconciliación, la fraternidad y la fe de los pueblos.