¿Por qué pueden abrir las tiendas pero no las iglesias? Esta es la pregunta que se hacen, cada vez más alto, los prelados alemanes. Quién lo iba a decir.
La canciller alemana Angela Merkel ha decidido abrir un poco la mano en lo tocante al confinamiento decretado, como en otros tantos países, para frenar la pandemia de coronavirus, visto que la inactividad laboral puede llevarnos a todos a un destino aún peor de ruina total. Pero la apertura parcial no afecta a los oficios religiosos, y eso está poniendo al alto clero alemán en pie de guerra.
La Conferencia Episcopal alemana se ha dirigido oficialmente a la canciller, pero la respuesta ha sido “Nein”: las iglesias permanecerán cerradas hasta nueva orden. Georg Georg Bätzing, recientemente nombrado presidente de la CEA en sustitución del cardenal Reinhard Marx, se confiesa perplejo ante la actitud de Merkel. “¿Por qué algunas tiendas siguen abiertas y las iglesias no?”, se pregunta Bätzing. Después de todo, las parroquias se han comprometido a garantizar el cumplimiento de las normas de seguridad, empezando por el mantenimiento de la ‘distancia social’, y sin problemas, porque espacio hay de sobra en la mayoría de los templos para las pocas decenas que asisten al culto.
Han tenido que mediar incluso los tribunales, apoyando la postura eclesial y cuestionando la pertinencia de la prohibición absoluta de las misas, alegando que se está vulnerando la constitucion alemana en lo relativo a la libertad religiosa.