El Cardenal Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación comenta el documento vaticano que estigmatiza antiguas conductas colonialistas, reafirmando que nunca han formado parte de las enseñanzas de la Iglesia: un hecho que nos recuerda la necesidad de permanecer vigilantes en la defensa de la dignidad de todos los hombres y abiertos a la valoración de las diferentes culturas.
Hablando de las injusticias históricas y de los crímenes de guerra en su encíclica Fratelli tutti, el Papa Francisco afirma que hoy es fácil caer en la tentación de pasar página diciendo que ha pasado mucho tiempo y que hay que mirar hacia adelante. No, ¡por Dios! Sin memoria nunca se avanza, nunca se crece sin una memoria íntegra y luminosa (Fratelli tutti, 249)
En la Nota sobre la “Doctrina del Descubrimiento” (publicada hoy por el Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral), la Santa Sede examina cuidadosamente la historia de la Iglesia y su deplorable asociación con la doctrina del descubrimiento, que ha sido invocada por diversas potencias coloniales contra los pueblos indígenas en distintas partes del mundo para justificar la expropiación de su historia y la infravaloración y eliminación de sus culturas.
La Nota reconoce que las bulas papales en las que las potencias coloniales apoyaron sus pretensiones no reflejaban adecuadamente la igualdad de dignidad y derechos de los pueblos indígenas y que los documentos fueron manipulados por esas potencias para justificar actos inmorales contra ellos que se perpetraron, a veces sin la oposición de las autoridades eclesiásticas. La doctrina del descubrimiento no forma parte de la enseñanza de la Iglesia católica, y es repudiada en esta Nota; pero este trágico suceso nos recuerda la necesidad de permanecer cada vez más vigilantes en la defensa de la dignidad de todos los pueblos y la necesidad de crecer en el conocimiento y aprecio de sus culturas. Concretamente, como nos ha recordado el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si’: es imperativo que prestemos una atención especial a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales… Para ellos, en efecto, la tierra no es un bien económico, sino un don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el que necesitan interactuar para alimentar su identidad y sus valores (Laudato Si’, 146).
Esta Nota forma parte de lo que podríamos llamar la arquitectura de la reconciliación, y es también el producto del arte de la reconciliación, el proceso en el que las personas se comprometen a escucharse, hablarse y crecer en la comprensión mutua. En este sentido, las ideas que informan esta Nota son en sí mismas el fruto de un diálogo renovado entre la Iglesia y los pueblos indígenas. Es escuchando a los pueblos indígenas como la Iglesia aprende a comprender sus sufrimientos, pasados y presentes, y nuestras carencias. Es en el diálogo cultural donde nos comprometemos a acompañarlos en su búsqueda de reconciliación y sanación. Debemos vivir el arte del encuentro.