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Cardenal Bo: El camino sinodal es exigente pero necesario para la Iglesia

Cardenal Bo: El camino sinodal es exigente pero necesario para la Iglesia

Concluyó en Bangkok la Asamblea Continental del Sínodo sobre la Sinodalidad. Se presentaron los puntos más destacados del borrador del documento final: la contribución de las Iglesias de Asia para la redacción del Instrumentum laboris. Presidió la ceremonia eucarística de clausura el Arzobispo de Yangon y Presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia

“El camino sinodal es un poco como el camino de Jesús en el desierto, exigente pero necesario. Es necesario sólo porque permitirá a la Iglesia dar mejor testimonio del Evangelio a través de un proceso de escucha, encuentro y discernimiento”. Estas fueron las palabras del Cardenal Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangon y Presidente de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia (FABC), durante la Misa de clausura de la Asamblea continental asiática de la sinodalidad que tuvo lugar del 23 al 27 de febrero, en Baan Phu Waan, el Centro de Formación Pastoral de la Archidiócesis de Bangkok. Concelebraron también con el cardenal Bo monseñor Francis Xavier Kriengsa Kovitvanit, arzobispo de Bangkok, el cardenal George Alencherry, arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly de los siro-malabares, India, y monseñor Mathias Ri Iong-hoon, obispo de Suwon, Corea del Sur.

El poder transformador del Espíritu Santo

En su homilía, el cardenal, recordando que durante la Cuaresma “se nos invita a un tiempo de renovación y transformación”, afirmó que en el camino juntos también es necesario un cambio de actitud a la hora de afrontar los retos que nos esperan. Precisamente utilizando el acrónimo inglés L.E.N.T. (Cuaresma), Bo señaló el camino de esta transformación, donde: L (letting go) sugiere que aprendamos -si queremos que este viaje común tenga sentido- a desprendernos de todo lo que nos impide ser una Iglesia sinodal, a saber, los prejuicios, las ideas preconcebidas, los miedos y nuestros privilegios. De hecho, “el prerrequisito para el crecimiento”, continuó el cardenal, “es el cambio”; E (encounter), como encuentro, que nos recuerda que “caminar por la senda del discipulado tiene un objetivo específico, que es el encuentro con Cristo” y que “si nosotros (la Iglesia) queremos ser el ‘puente’ que ayude a las personas a encontrarse con Dios, también debemos salvar las divisiones que continuamente nos impiden avanzar”; N (neighbourliness), como cercanía ya que “el trabajo de reconciliación, sanación y construcción de la paz debe estar en el corazón de la vida y el ministerio de la Iglesia”. Ser discípulos misioneros, de hecho, significa “estar cerca de los demás – ser el rostro de la misericordia y la compasión de Dios hacia los demás”; y finalmente T (transformation), como transformación, sabiendo que “la obra de transformación viene de Dios y sólo de Dios”, y que “el Espíritu Santo que habita en nosotros puede transformar y transforma nuestras vidas, la Iglesia y el mundo”. “Para llevar a cabo una renovación en la vida de la Iglesia, necesitamos el poder transformador del Espíritu Santo”, explicó el cardenal. “Solos no podemos lograr nada”, sólo el Espíritu Santo “puede dar dirección y definición a nuestro testimonio como Iglesia”.

Al unísono

En la última jornada, coordinada por el obispo Pablo David de Kalookan, Presidente de la Conferencia Episcopal Filipina, la señora Teresa Wu, de la Conferencia Episcopal Regional China, y Estela Padilla, Secretaria Ejecutiva de la Oficina de Asuntos Teológicos de la FABC y miembro del grupo de trabajo del Sínodo, los participantes compartieron sus impresiones y opiniones sobre el segundo día de la Asamblea. El cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator general de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, utilizando el ejemplo de los instrumentos musicales, explicó a los delegados cómo cada uno de ellos es un instrumento que debe tocar al unísono, para producir una sinfonía, y que esto debe hacerse varias veces, con disciplina y en sintonía con los demás instrumentos, para evitar que se convierta en una cacofonía. Hollerich subrayó también que sólo con humildad se puede trabajar y caminar juntos en este camino sinodal, y que, finalmente, una Iglesia sinodal es una Iglesia a la que Cristo da la misión de anunciar el Evangelio y de estar al servicio desinteresado de todo el pueblo de Dios.

La contribución de la Iglesia asiática al Sínodo

Por su parte, el Padre Clarence Devadass, miembro del grupo de discernimiento sinodal, presentó algunos puntos destacados del borrador revisado del documento final, a saber, la contribución de las Iglesias de Asia para la redacción del Instrumentum laboris del Sínodo, invitando a la reflexión a los participantes de los grupos de trabajo. La reflexión continuó por la tarde, en particular sobre los cambios necesarios en la Iglesia de Asia para mejorar la sinodalidad y sobre lo que los delegados esperan que suceda entre la sesión de octubre de 2023 y la sesión de octubre de 2024 del Sínodo. Los discursos de clausura fueron confiados al Cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo de los Obispos, quien aseguró a los delegados de los 29 países constituyentes de la FABC que su camino en este Sínodo dará frutos y que sus contribuciones no serán olvidadas por la Iglesia universal. Al final, Monseñor Tarcisio Isao Kikuchi, Arzobispo de Tokio y Secretario General de la FABC, dio las gracias a todos los que han contribuido al éxito del Sínodo asiático.

Vatican News

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