Iglesia Catolica

Cólera de obispos franceses por prohibición de Misas

Asombrados de ver el culto católico tratado como un accesorio, no tienen intención de aceptar esta situación.

(Le Figaro)- Hay cóleras que son santas. Son lentas, vienen de lejos, y cuando se liberan, son atronadoras. La Iglesia católica siente una santa cólera. La intervención del primer ministro Édouard Philippe, el martes 28 de abril, es la causa. Ningún prelado, sacerdote o fiel se esperaba recibir el permiso absoluto de abrir de golpe y tan pronto -el 11 de mayo- la misa al público. Pero la mayoría de los católicos -y no sólo los “extremistas”-, no se esperaba ser tratada a nivel de accesorio para la sociedad, por detrás del deporte, las mediatecas y los museos pequeños… «Soy consciente de la impaciencia que sienten las comunidades religiosas», ha dicho brevemente el primer ministro, pero «creo que es legítimo pedir que no se organicen ceremonias antes del 2 de junio».

La reacción ha sido inmediata. La muy prudente Conferencia Episcopal francesa se ha manifestado de manera inédita a través de un comunicado con el que protesta y pide inmediatamente una «reunión» con las autoridades gubernamentales y locales. Nunca antes la Iglesia católica había cuestionado las medidas sanitarias, demostrando su ejemplaridad en materia. Pero, «en nombre de todos los obispos», el martes constató «con pesar» que esta fecha del 2 de junio había «sido impuesta a todos los católicos y a todas las religiones» sin tener en cuenta sus propuestas, juzgando por tanto como «severo» este confinamiento impuesto al ejercicio del culto.

Dos argumentos en favor del restablecimiento del culto apoyan esta postura. Uno es técnico: «No estamos de acuerdo en que la práctica ordinaria de la misa favorezca el contagio e impida el respeto de los gestos barrera más de lo que lo hagan otras actividades que se retomarán en breve». El otro es político: «Estamos convencido de que la dimensión espiritual y religiosa del ser humano contribuye a la paz del corazón, a la fortaleza en la prueba, a la fraternidad entre las personas y a toda la vida social. La libertad de culto es un elemento constitutivo de la vida democrática».

¿Se escuchará a la Iglesia católica? La Iglesia ya se había sentido muy aislada cuando, el 21 de abril, en una videoconferencia entre las religiones y el presidente de la República, había abogado por un restablecimiento progresivo del culto a partir del 11 de mayo. Emmanuel Macron acababa de hablar con el papa Francisco: en absoluto se restablecería el culto. Un papa Francisco que está en lucha, desde el martes, con el episcopado italiano, puesto que no apoya a sus obispos en su conflicto con el gobierno italiano, que quiere demorar el restablecimiento de las misas públicas. Es necesario ser «prudente y obedecer a las disposiciones», ha recomendado la cabeza de la Iglesia católica.

«Sigamos siendo personas obedientes e inteligentes, que responden de manera adecuada a lo que nos piden», ha comentado mons. Michel Aupetit, arzobispo de París; sin embargo, «obediencia no significa sumisión». Comentando en Radio Notre Dame el discurso del primer ministro, ha pasado al siguiente nivel: «Nos sentimos enormemente decepcionados. Hemos presentado una propuesta al gobierno. Hemos sabido respetar las normas. Ir a misa no es ir al cine. Es algo vital». ¿Llegará el arzobispo de París a «gritar muy alto»tal como amenazó que haría la semana pasada, cuando la policía hizo irrupción en una misa que se estaba desarrollando a puerta cerrada, según las normas, en París, si este «este circo» no cesa? No está excluido que lo haga.

Un gran número de sacerdotes -una petición de 130 de ellos, en la que piden el restablecimiento de la misa, fue publicada en Le Figaro el 24 de abril– y una mayoría de fieles ya no soportan más las misas virtuales. Y, desde el martes, los católicos sienten «que no son considerados para nada»como ha dicho mons. Mathieu Rougé, obispo de Nanterre, que ha incluso hablado de «brutalidad» hacia ellos en el discurso del primer ministro. Muchos obispos, situados en diócesis «verdes», no piden lo imposible, sólo el restablecimiento del culto el 11 de mayo.

Los días que siguen serán determinantes. El jueves por la mañana, el presidente de la Conferencia Episcopal francesa, mons. Eric de Moulins-Beaufort, arzobispo de Reims, tiene una videoconferencia con el ministro de Interior, responsable también de las religiones, Christophe Castaner. Y se ha convocado para el lunes una asamblea nacional y extraordinaria de los obispos por videoconferencia. Algo nunca visto. «No somos la última rueda del carro de la nación francesa», advierte con firmeza el obispo de Ruan, mons. Dominique Lebrun. Estos prelados franceses saben y se asombran de que esta inflexibilidad procede, por encima del ministro del Interior y del primer ministro, de Emmanuel Macron en persona.

Publicado por Jean-Marie Guénois en Le Figaro.

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