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Czerny: Francisco, maestro de humanidad

Czerny: Francisco, maestro de humanidad

El Prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral hace balance de la década de Jorge Mario Bergoglio en el trono de Pedro: “La fraternidad, la misericordia y la casa común son sus prioridades”.

“Buen samaritano”, “fraternidad”, “casa común”. Luego “migración”, “sacramento” de todo el Magisterio. El cardenal jesuita Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, resume con estas palabras clave los diez años del Papa Francisco al frente de la Iglesia universal. Una Iglesia que con el Pontífice argentino se ha hecho “más inclusiva con los pobres, las mujeres, los desplazados y los marginados”. Una Iglesia, también -dice Czerny en conversación con los medios vaticanos- “más atenta a la creación y abierta al diálogo interreligioso, más sinodal, más misericordiosa y alejada de la cultura del clericalismo”.

Eminencia, nos acercamos al décimo aniversario de la elección de Jorge Mario Bergoglio. Han sido muchos los mensajes, temas y desafíos a lo largo de su pontificado. ¿Cómo resumiría la década de Francisco en el trono de Pedro?

Lo resumiría en algunas palabras como buen samaritano, fraternidad, casa común. No son prioridades abstractas, sino globales; son prioridades para los líderes, los creyentes y las personas de buena voluntad, para todos aquellos que se preocupan por la vida humana y el futuro de la familia humana.

En su opinión, ¿cómo se desarrollará el pontificado en el futuro? Es decir, ¿cuáles son los temas y los desafíos que deberá afrontar el magisterio del Papa Francisco?

Creo que, gracias también a la reforma de la Curia romana, la necesidad más urgente es un “salto de calidad” de las Iglesias locales. No se trata de un programa político a priori, sino de una invitación a la vocación y a la misión de acompañar a las Iglesias locales en sus prioridades, en sus urgencias.

Precisamente en la perspectiva de la reforma cristalizada en la Praedicate Evangelium, el Dicasterio para el Desarrollo Integral, que usted preside, se adaptó inmediatamente a la ” misionariedad ” de la Curia deseada por el Papa modificando su estructura interna. ¿Cómo se manejan ahora?

Nuestra misión principal es intentar hacer todo lo posible para escuchar a las Iglesias locales y a todos los que abrazan el reto del desarrollo humano integral. Estamos a la escucha para ver cómo ayudar, animar, estimular e incluso criticar, en definitiva, para ayudar a la Iglesia a crecer y dar respuestas al mundo de hoy. La pregunta debe ser: ¿cuáles son los principales temas que preocupan a las Iglesias locales? ¿Los pobres, el cuidado de la creación, la salud, la (in)seguridad, las migraciones? Pues bien, desarrollémoslo todo en las relaciones mutuas.

Este mundo, Eminencia, está hoy herido por la guerra, pero también por la migración. Hace apenas unos días, una tragedia sacudió el sur de Italia con la muerte de más de 70 personas. Usted tiene una larga experiencia en el ámbito de las migraciones. ¿Qué opina de lo que muchos llaman “una tragedia anunciada”?

No fue una tragedia anunciada, sino una tragedia denunciada. Creo que es hipócrita decir que no era posible dar una respuesta…. No, no podíamos ni queríamos anticiparla. En la Iglesia, empezando por el Papa Francisco, muchos lo han subrayado mil veces: no hay sorpresa por estos acontecimientos, son cosas previstas y muy políticas. Además de muy tristes.

En el Ángelus, el Papa hizo un llamamiento muy fuerte pidiendo detener a los traficantes. ¿Es ese el problema?

También. Creo, sin embargo, que el problema de fondo es una confusión, una incoherencia incluso en la política migratoria europea. Esto, por un lado. Por otro, están los traficantes que son astutos, empresarios, y se aprovechan de la incoherencia para hacer prosperar su negocio.

Hablando de migración y remontándonos al pontificado del Papa, uno de los momentos más simbólicos fue el viaje a Lampedusa en julio de 2013. Desde entonces, el Papa no ha dejado de llamar la atención del mundo sobre este tema y sobre estas personas obligadas a abandonar sus países….

Se puede decir que la cuestión migratoria es el “sacramento” del magisterio del Papa Francisco. Esta cuestión, tan concreta, tan humana y también tan “santa” en el sentido de su gran importancia, ha tratado de comunicarla a todos los fieles y más allá. A todos en el mundo, el Papa ha dejado claro lo fundamental que es la dignidad de la vida humana y la necesidad de responder al prójimo. Ha hecho relevante el fenómeno de las migraciones, ha hecho evidente la presencia de Jesús, de la Sagrada Familia, entre los que huyen. A todos ha abierto la posibilidad de responder -como cristianos y como hombres- con su enseñanza: acoger, promover, proteger e integrar.

Estas cuatro indicaciones del Papa, también a la luz de las recientes tragedias, ¿han sido comprendidas y acogidas, en su opinión?

Ciertamente, todas las personas han entendido lo que dijo el Papa, incluso los responsables de estas llamadas tragedias. Son el resultado de acciones políticas. Cuidado, pues, con mezclar las dos cosas… Las palabras de Francisco llegan a todos, a los creyentes, sobre todo, a las personas que creen en Dios, en la vida, en la fraternidad, en la casa común. Ellos responden a las palabras del Santo Padre, no ceden a un rechazo cruel e inhumano del prójimo.

¿Qué le desearía al Papa?

Un fuerte deseo de que siga recibiendo la gracia y sepa cuán infinita es nuestra gratitud, la gratitud del mundo entero por estos diez años que nos han cambiado a todos para mejor.

Vatican News

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