Ennio Morricone, uno de los mejores músicos de bandas sonoras de la historia del cine, con más de 400 obras e innumerables premios a sus espaldas, ha muerto en Roma a los 91 años, tras un año fuera de los escenarios.
En abril de 2019 el Papa Francisco le otorgaba la Medalla de Oro Pontificia debido a su “extraordinario trabajo artístico en la esfera de la música, idioma universal de paz, solidaridad y espiritualidad”.
Morricone es conocido mundialmente por sus trabajos en películas del Oeste -como en ‘El bueno, el feo y el malo’- aunque también es conocido por una obra de tinte más ‘espiritual’ como fue la banda sonora de ‘La Misión’, película que cuenta la historia de los misioneros jesuitas españoles en Hispanoamérica en el siglo XVIII.
En 2015, con motivo de la celebración del 200 aniversario de la restauración de la Compañía de Jesús, dedico una ‘misa’ al Papa Francisco, componiendo la Missa Papae Francisci.
A raíz de este premio, Edward Pentin, vaticanista del National Catholic Register, recordó una entrevista que hizo al compositor para ZENIT en 2009, en la que habló de la fe y de la música.
“Pienso en la música que tengo que escribir, la música es un arte abstracto –explicó a Pentin–. Pero, por supuesto, cuando tengo que escribir una pieza religiosa, ciertamente mi fe contribuye a ello”. Añadió que tiene interiormente una “espiritualidad que siempre permanece en mi composición”.
“Como creyente, esta fe probablemente está siempre allí, pero corresponde a los otros darse cuenta de ella, los musicólogos y quienes analizan no sólo las piezas de música sino que también tienen una comprensión de mi naturaleza, y de lo sagrado y lo místico”, explicó Morricone.
Hablando de Benedicto XVI, que era el Papa en aquel entonces, aseguró tener “muy buena opinión” del Santo Padre. “Me parece que es un Papa de mente sabia, un hombre de gran cultura y también gran fuerza”, afirmó. Pentin aseguró que fue especialmente elogioso con los esfuerzos de Benedicto XVI de reformar la liturgia.
“Hoy la Iglesia ha cometido un gran error, retrasando el reloj 500 años con las guitarras y las canciones populares –argumenta–. No me gusta nada. El canto gregoriano es una tradición vital e importante de la Iglesia y desperdiciarlo por mezclas de palabras religiosas y profanas de chicos, canciones occidentales es extremadamente grave, extremadamente grave”.
Afirmó que es volver atrás las manecillas del reloj porque lo mismo sucedió antes del Concilio de Trento cuando los cantores mezclaban lo profano con la música sagrada. “El Papa hace bien en corregirlo –observa–. Debería corregirlo con mucha más firmeza. Algunas iglesias han tenido en cuenta sus correcciones, pero otras no”.
Por: InfoVaticana