Discurso del Cardenal Secretario de Estado del Vaticano en la 79ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
«La Santa Sede está profundamente preocupada por el hecho de que, en este momento concreto, estemos asistiendo a un alarmante aumento del número de conflictos en todo el mundo y de la gravedad de su violencia. Estos conflictos son responsables de una pérdida significativa de vidas inocentes y de una enorme cantidad de destrucción, lo que plantea un desafío a la hora de evaluar con precisión la magnitud de los daños causados a las infraestructuras civiles, incluidos los lugares de culto, las instituciones educativas y las instalaciones médicas, así como el impacto en el medio ambiente». Estas fueron las palabras pronunciadas por el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin hoy, sábado 28 de septiembre, en su discurso ante la 79ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. El Cardenal abordó el tema: «No dejar a nadie atrás: actuar juntos por el avance de la paz, el desarrollo sostenible y la dignidad humana para las generaciones presentes y futuras».
Respeto de los derechos humanos y de la dignidad de cada persona
La Santa Sede, durante su mandato ininterrumpido como Observador ante las Naciones Unidas, cuyo 60 aniversario se celebra este año, «ha promovido una serie de principios fundamentales», dijo Parolin, «entre ellos el respeto de la dignidad humana intrínseca que Dios ha dado a todas las personas, la igualdad de soberanía de los Estados, la búsqueda de la paz y el desarme, y el cuidado de nuestra casa común». Sin embargo, «parece que setenta y cinco años después de la ratificación de los Convenios de Ginebra, el derecho humanitario sigue siendo socavado» y que «los cuatro convenios, que establecen normas claras para proteger a las personas que no participan en las hostilidades, son cada vez más violados». «Está claro», continuó el cardenal, «que los ataques contra lugares de culto, instituciones educativas, instalaciones médicas y otras infraestructuras civiles son un fenómeno generalizado. Esto ha causado no sólo la pérdida de vidas entre quienes no están directamente implicados en el conflicto, sino también una inaceptable interrupción de la vida cotidiana para muchos». La Santa Sede pide «la estricta observancia del derecho internacional humanitario en todos los conflictos armados, con especial atención a la protección de los lugares de culto».
Luchar contra la pobreza para promover la paz
Como afirma el Papa Francisco, «la necesidad de paz nos interpela a todos y exige que se den pasos concretos». «La paz solo es posible si la deseamos», afirmó Parolin. «La instauración de la paz está subordinada a la existencia de un deseo colectivo de realizarla. La búsqueda de la paz es una responsabilidad colectiva». «Por lo tanto, corresponde a la diplomacia demostrar una dedicación inquebrantable en la búsqueda, con fortaleza e ingenio, de todas las vías de negociación con el objetivo de establecer una paz duradera». Sin embargo, según el Secretario de Estado, «no basta con eliminar los instrumentos de la guerra; es necesario erradicar sus causas profundas. La primera de ellas es el hambre, un azote que sigue afligiendo a zonas enteras de nuestro mundo, mientras que otras están marcadas por el despilfarro masivo de alimentos». Como se afirmó en la Cumbre del Futuro, «la erradicación de la pobreza debe seguir siendo el objetivo principal de toda acción futura, teniendo en cuenta que el desarrollo es el nombre de la paz», explicó Parolin. «Sin embargo, la tendencia dominante en los últimos años ha sido la de mantener el crecimiento del gasto militar, mientras se procura cumplir puntualmente los compromisos adquiridos en relación con el desarrollo sostenible. Esto es indicativo de un déficit de confianza entre los Estados». Esta falta de confianza «repercute negativamente en las personas que se encuentran en las situaciones más vulnerables, especialmente los pobres y necesitados».
Respeto a la vida, no a los vientres de alquiler
La pobreza tiene un impacto particularmente dañino en las mujeres, a menudo atrapándolas «en un círculo vicioso de circunstancias desafortunadas, que se traduce en aislamiento y abandono antes de que se vean obligadas a tomar decisiones desesperadas e inoportunas». «Por eso», dijo Parolin, «la vida del ser humano debe ser protegida desde el momento de la concepción hasta el momento de la muerte natural. La falta de esto es una de las mayores pobrezas de nuestra época». En este sentido, añadió, «es deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que representa una grave violación de la dignidad de la mujer y del niño, basada en la explotación de las necesidades materiales de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca la base de un contrato comercial. En consecuencia, la Santa Sede pide un esfuerzo de la comunidad internacional para prohibir universalmente esta práctica». También debe darse una mejor calidad de vida a los enfermos, con especial atención a los ancianos y a quienes padecen enfermedades o discapacidades. La dignidad de los emigrantes también es motivo de preocupación: «Las personas que buscan refugio no deben ser rechazadas ni tratadas injustamente, sino acogidas con respeto y sentido de la responsabilidad para garantizar su derecho a vivir con dignidad».
Garantizar la dignidad y los derechos de los inmigrantes
Otra «afrenta a la dignidad humana» es la trata de seres humanos, que crece a un ritmo alarmante, afectando sobre todo a refugiados e inmigrantes, mujeres y niños, y jóvenes: «Hay que poner fin a esta práctica ilegal y, sobre todo, deshumanizadora, y llevar a los traficantes ante la justicia», afirmó el cardenal Parolin. El llamamiento a la dignidad se extiende también «a los presos, empezando por la provisión de cárceles decentes».
Estrechamente relacionado con la dignidad de la vida humana está el cuidado de nuestra casa común, que -dijo el Secretario de Estado- «requiere que los compromisos adquiridos a lo largo de los años para combatir el cambio climático se traduzcan en acciones».
Prohibición del uso de armas autónomas letales
Oportunidades y riesgos ofrece también el auge de las nuevas tecnologías, en particular la inteligencia artificial, sobre la que es crucial asegurar un espacio para un adecuado control humano. «Es precisamente en este sentido -dijo Parolin- que el Papa Francisco insiste en que a la luz de la tragedia que son los conflictos armados, es urgente reconsiderar el desarrollo y el uso de dispositivos como las llamadas “armas autónomas letales” y, en última instancia, prohibir su uso. Esto comienza con un esfuerzo efectivo y concreto para introducir un control humano cada vez más adecuado. Ninguna máquina debería optar jamás por acabar con la vida de un ser humano».
Un mundo libre de armas nucleares
Urge, por tanto, «una reflexión ética global que implique a todos los Estados sobre el uso de las tecnologías emergentes, en particular en el ámbito militar». La Santa Sede «está convencida de que es necesario y posible un mundo libre de armas nucleares» y por ello «renueva su llamamiento en favor del desarme total y completo y para que se destine en beneficio de las naciones en desarrollo al menos una parte del dinero que podría ahorrarse con la reducción de los armamentos».
Guerra rusa en Ucrania: en busca de una solución justa y pacífica
El momento que desgraciadamente vive la humanidad es el de «una tercera guerra mundial librada a pedazos». «En medio de la tragedia en curso de la guerra rusa en Ucrania», dijo Parolin, «nos enfrentamos a una situación que requiere una acción urgente para evitar una mayor escalada y crear un camino hacia una resolución justa y pacífica. Aunque los esfuerzos diplomáticos son cruciales, está claro que el compromiso militar sigue prevaleciendo. Por lo tanto, es esencial encontrar formas de fomentar gestos de buena voluntad y espacios de diálogo directo entre las partes implicadas».
Gaza: alto el fuego inmediato y liberación de los rehenes
El Secretario de Estado reiteró a continuación su preocupación «por la continua inestabilidad en Oriente Medio, especialmente tras el atentado terrorista perpetrado el 7 de octubre de 2023 en Israel por Hamás y otros grupos armados palestinos. Sin embargo, la respuesta militar de Israel, teniendo en cuenta el elevado número de víctimas civiles, plantea muchos interrogantes sobre su proporcionalidad». «La Santa Sede», dijo el cardenal, “pide un alto el fuego inmediato en Gaza y Cisjordania, así como la liberación de los rehenes israelíes en Gaza”, además de “asistencia humanitaria a la población palestina”. Para la Santa Sede, la única «viable» es «una solución de dos Estados con un estatuto especial para Jerusalén». «Ambas partes», subrayó Parolin, “deben abandonar toda forma de violencia, coacción y acciones unilaterales, como los asentamientos israelíes en los territorios palestinos”.
Condena de los actos anticristianos en Jerusalén
Se mostró «seriamente preocupado» por la situación en Jerusalén, «donde se están produciendo diversas formas de discriminación y acoso que obstaculizan la convivencia pacífica entre cristianos, judíos y musulmanes». El cardenal condenó «los actos anticristianos perpetrados hace meses por una minoría de individuos judíos» y pidió «a las autoridades que sigan haciendo frente a esta desviación ideológica con firmeza y claridad» para proteger la presencia cristiana.
Gran preocupación por Líbano y Siria
La situación actual en el Líbano es también «una causa significativa de preocupación para la Santa Sede»: «La actual escalada del conflicto entre Hezbolá y el ejército israelí está teniendo un impacto considerable en la situación en el sur del Líbano y el norte de Israel, poniendo en riesgo a toda la región. Esto ha provocado un número considerable de personas desplazadas y una pérdida considerable de vidas humanas, entre las que se encuentran muchos civiles, incluidos niños. Por lo tanto, la Santa Sede hace un llamamiento a todas las partes para que se adhieran a los principios del derecho internacional humanitario y detengan la escalada y concluyan un alto el fuego sin demora». Parolin también subrayó «la necesidad de una voz cristiana fuerte para guiar a la nación a través de esta crisis sin precedentes». La Santa Sede «está convencida de que el Líbano desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la estabilidad regional e insta a todas las partes a apoyar al país y salvaguardar su mensaje de coexistencia pacífica». El cardenal también recordó la crisis humanitaria en Siria, pidiendo «nuevos enfoques de la cuestión que tengan en cuenta el impacto de las sanciones económicas sobre la población y proporcionen alivio a la población afectada, al tiempo que garanticen la justicia por los acontecimientos del pasado».
Las crisis en África
El Secretario de Estado también se refirió al actual «sangriento conflicto armado en Sudán que ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes», la hambruna confirmada oficialmente en la región de Darfur Norte, y animó a promover las negociaciones de paz para que «se pueda proporcionar inmediatamente a la población una ayuda humanitaria vital».
Respecto a la provincia de Cabo Delgado, en Mozambique, afectada por un conflicto armado desde hace siete años, con casi novecientos cincuenta mil desplazados internos, Parolin pidió «un mayor apoyo humanitario, en particular para reducir el impacto sobre los niños y los civiles inocentes». El cardenal también se refirió a la situación en el este de la República Democrática del Congo, que está provocando «un preocupante aumento de la crisis humanitaria» y reiteró la necesidad de «seguir apoyando los esfuerzos diplomáticos para encontrar una solución adecuada y sostenible al conflicto en curso».
También es muy preocupante «la situación sociopolítica en Sudán del Sur, agravada por la crisis humanitaria, las recientes inundaciones y el conflicto en Sudán», así como la propagación de las amenazas yihadistas en el Golfo de Guinea, que «está causando problemas de seguridad no sólo en el Sahel, sino en toda África Occidental»: «los cristianos están siendo el blanco de ataques, mientras que el cambio climático y los ataques armados están empeorando la crisis alimentaria y provocando el abandono escolar de los niños», circunstancias que requieren una acción a largo plazo para restaurar la estabilidad en la región.
Dramática situación en Haití y Myanmar
La Santa Sede sigue también con aprensión la dramática situación de Haití, de la que espera el restablecimiento de la paz y la reconciliación interna, así como la de Myanmar. Allí «los jóvenes se ven privados de educación, los ancianos se ven obligados a huir de sus casas, los rohingya son blanco de ataques por todas partes y no tienen adónde ir». Por ello, Parolin pide «a todas las partes que busquen soluciones duraderas, inclusivas y pacíficas a la situación y que garanticen el acceso a la ayuda humanitaria a todas las comunidades afectadas, sin prejuicios».
La libertad sea garantizada en Nicaragua
La Santa Sede sigue también con gran atención lo que sucede en Nicaragua y «está particularmente preocupada por las medidas tomadas contra el personal y las instituciones de la Iglesia, que tocan directamente la delicada cuestión de la libertad religiosa»: «Se espera que, junto con los demás derechos fundamentales de las personas y de la sociedad, esta libertad sea adecuadamente garantizada». Por su parte, la Santa Sede está abierta a un diálogo respetuoso y constructivo con las autoridades del país, para resolver las dificultades y promover la paz, la fraternidad y la concordia en beneficio de todos».
Venezuela: el pueblo confía en los valores democráticos
Parolin se refirió también a las recientes elecciones presidenciales en Venezuela, que «han demostrado que, a pesar de los numerosos desafíos a los que se enfrenta, el pueblo venezolano sigue confiando en los valores democráticos consagrados en la Constitución. Estos valores democráticos se basan en la soberanía del pueblo, que se expresa a través del acto de votar. En la grave crisis que siguió al anuncio de los resultados, con varios muertos, numerosas detenciones -incluso de menores- y el uso de la violencia, la Santa Sede, profundamente entristecida y preocupada, hace un llamamiento a las autoridades del país y a todos los que tienen alguna responsabilidad en lo sucedido, para que respeten y protejan la vida, la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de sus ciudadanos. Además, les invita a buscar vías para resolver la situación actual, por el bien de todos, incluso con la asistencia de los miembros de la comunidad internacional que se han declarado dispuestos a ayudar, de manera flexible y razonable».
Diálogo entre Armenia y Azerbaiyán, los países balcánicos hacia la UE
La Santa Sede, prosiguió Parolin, alienta las conversaciones entre Armenia y Azerbaiyán y «ve con buenos ojos» también la aspiración de los países balcánicos a entrar en la Unión Europea.
Democracia camino a la paz, no a la colonización ideológica
«Aunque el desarme promueve la paz entre las naciones, también es necesario promover la paz dentro de las sociedades. Un instrumento para ello podría ser la democracia», afirmó la Secretaria de Estado. Una democracia que debe basarse en valores que «incluyan la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos humanos y el compromiso con el bien común como finalidad y criterio rector de la vida política». Entre los derechos a preservar, «el de la libertad de expresión debe mantenerse siempre, sin descuidar la libertad de religión o creencia». La «creciente tendencia a modificar las constituciones o a cambiar las reglas y los procedimientos electorales para mantenerse en el poder o para impedir que asuman el poder quienes han sido legítimamente elegidos por el pueblo» es otro motivo de preocupación para la Santa Sede: «La democracia implica el respeto de las reglas establecidas», mientras que «en las últimas décadas se ha intentado introducir nuevos derechos que no son ni plenamente coherentes con los definidos originalmente». Esto ha llevado a «casos de colonización ideológica, en los que la teoría de género desempeña un papel central; esta última es extremadamente peligrosa porque anula las diferencias en su pretensión de hacer a todos iguales». En este sentido, el cardenal Parolin calificó de «inconcebible» asociar el concepto de «derecho» a la práctica del aborto, «que supone la supresión de una vida inocente».
Cristianos perseguidos
A continuación, dio la voz de alarma sobre la libertad religiosa: «Aproximadamente uno de cada siete cristianos (más de 365 millones de personas) es objeto de importantes niveles de persecución por motivos de creencias religiosas. El número de ataques contra iglesias y propiedades cristianas aumentó significativamente en 2023, con más cristianos que nunca sufriendo ataques violentos».
La Santa Sede, voz en defensa de los pobres
Para relanzar un compromiso común al servicio de la paz, el Secretario de Estado afirmó, por tanto, que «es necesario recuperar las raíces, el espíritu y los valores que dieron origen» a las Naciones Unidas, «teniendo en cuenta el cambio de contexto», y volver a «un diálogo sincero y abierto que es el alma de la comunidad internacional». «La Santa Sede, como ha hecho en las últimas seis décadas», concluyó Parolin, “sigue apoyando el trabajo de las Naciones Unidas, haciendo oír su voz en defensa de los pobres, de los que se encuentran en situaciones vulnerables, apoyando todo proceso e iniciativa de paz”.
Por: Vatican News